No todo lo que brilla es bueno: explotación aluvial de oro en Bolivia

Si alguien te sirviera una sopa de mercurio, aderezada con cadmio, arsénico y plomo, ¿la tomarías? ¿No? ¿Qué tal un pescado asado en salsa de metilmercurio, sazonado con polvo de oro? ¿Tampoco? 

Por más exótico que suene, la dieta de cientos de familias que viven en regiones donde se instala la explotación aluvial de oro es algo así. Es más, depende de donde vivas, es probable que el agua que estés tomando en estos momentos tenga alguno de estos tóxicos.

Se estima que solo en el Amazonas cada año se liberan unas 100 toneladas de mercurio. Obviamente esta región no es la única afectada ni son solamente aquellos que trabajan directamente en la extracción de oro los intoxicados. Como sabemos, donde se instala el extractivismo, se siembra la muerte de la flora y la fauna, y, muchas veces, de la misma vida humana. 

Al combinarse con el agua, el mercurio adquiere una forma orgánica que, al ingresar a tu cuerpo, puede llegar a permanecer hasta 27 años y provoca serios daños al sistema nervioso, inmunológico y digestivo. De la misma manera, se acumula en peces y otros animales. 

¿Sabes cómo se hace para obtener una de esas vanidosas pepitas de oro que cuelga de tu cuello? Se draga la arena del fondo del río y se le echa mercurio, que se amalgama con polvo de oro. Para separar el oro puro, se calienta la mezcla a temperaturas altísimas, hasta que el mercurio se evapora. Estos vapores tóxicos se quedan en el aire y también acaban en los ríos. 

¿Suena descabellado? Pues, está sucediendo aquí y ahora. Según los datos más recientes, Bolivia libera, en promedio, 133 toneladas de mercurio por año. El 70% le corresponde a la actividad minera. 

¿Qué han hecho las autoridades? Han puesto en el último lugar a la naturaleza y los pobladores, para beneficiar el negocio del oro. 

Las cooperativas mineras, asociadas con grandes empresas, son las mayores explotadoras de oro en el país. Sin embargo, gracias a los descuentos que les han hecho en la última Ley Minera de 2014, solo dejan menos del 3% de regalías. Ni hablar de que el 85% de ellas funciona sin una licencia ambiental. 

Hasta el momento solo hablamos de un plato de comida tóxico, pero la extracción de oro también acarrea un alza en los índices de delincuencia y está íntimamente ligada a crímenes como la trata de personas y la explotación sexual infantil.

Ahora sabes que el brillo del oro le roba el resplandor de vida a los ríos, animales y personas. Ahora sabes porque no todo lo que brilla es necesariamente bueno. 

¡No te detengas aquí!

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